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viernes, 2 de septiembre de 2016

ORQUESTA SOSA DE COLOMBIA

La Orquesta Sosa fue constituida en 1932 por el maestro boyacense Luís Felipe Sosa con el propósito de servir de marco musical a las veladas de la élite local agrupada, entre otros ámbitos, en torno al Club Barranquilla y en las presentaciones públicas que demandaba la naciente industria radiodifusora. Es la primera agrupación ‘moderna’ de importancia con las características de big band que se forma en la ciudad y en su interior sirvió de escuela a músicos provenientes de toda la región y se presentó como plataforma de gran parte de la música del Caribe colombiano a través de todo el siglo veinte. Cuando el trompeta Antonio María Peñaloza llega en 1935 a la ciudad es fletado casi enseguida para ingresar, por sus condiciones, en esta agrupación y que de paso le sirvió para aprender lecciones de armonización y orquestación con Pedro Biava, yerno de Sosa, y director eventual de su orquesta en diversas ocasiones. Biava había conformado en 1933 la Asociación Filarmónica de Barranquilla —embrión de la futura Orquesta Filarmónica— conformada posteriormente por una serie de músicos que trabajaban en la ciudad como Pacho Galán, Antonio Peñaloza, Nelson García, Alejandro Barranco, Camacho y Cano, Cipriano Guerrero, Guido Perla, Lucho Vásquez, Manuel Sáenz, Miguel Lascarro, Eduardo Vásquez y José Machado. Eran parcialmente los músicos de la Orquesta Sosa a los que se le sumaron de otras agrupaciones como Lascarro, padre de Gilberto y abuelo de Sarita, famosa cantante de Pacho Galán en el tema Quiero Amanecé. Lascarro había vivido a principios de siglo en Nueva Orleans y había sido integrante de una banda de dixieland. Su hijo Gilberto había integrado una big band barranquillera llamada Blanco y Negro que en 1939 se le midió a compartir en la ciudad los apoteósicos conciertos de la orquesta Casino de la Playa de La Habana con Miguelito Valdés en la voz. También en esta agrupación coyuntural estaban algunos de los miembros de la Orquesta Sosa como Peñaloza, Pacho Galán, Guido Perla, el baterista y vibrafonista español de jazz Juan Manuel Valcarcel, los saxos Julio Lastra y Mariano Hernández y los cantantes Fernando Charris y el panameño Negrito Jack, quien después se mudaría a Medellín integrando agrupaciones como Edmundo Arias y la Orquesta Sonolux. Para Peñaloza fue motivo de auténtico orgullo su ingreso a la Orquesta Sosa, pues estaba considerada por la calidad de sus músicos y por su coherencia estructural como una de las mejores agrupaciones de Colombia en ese momento. Sus integrantes eran Gino Aronna, Guido Perla; Pacho Galán, Nelson García, José Machado, Luis Antonio Meza, Rafael Serrano, Rafael Sosa, Eduardo Vásquez, Luis M. Vásquez, bajo la dirección de Luis Sosa. Además de los toques como grupo de planta en el gran salón del Club Barranquilla, solían ser atracción principal en la terraza marina del Hotel Esperia en Puerto Colombia pues sus propietarios eran los italianos Angelo Bonfanti y su esposa María Sausini y en la Orquesta Sosa había una fuerte presencia de ese país montando un repertorio nacional nostálgico para la colonia local que la transportaba en sueños, al vaivén de las olas porteñas, a las orillas del Mediterráneo. El resto del repertorio consistía en bambucos, pasillos, valses, mazurcas, boleros, fox trots, rumbas cubanas y algunas variaciones tamizadas de porros. Así que en la Orquesta Sosa estaba reunida la ‘crema’ de los músicos locales, todos con fuertes influencias del jazz pues daban como referencia, de una manera u otra, al King Of Swing, Benny Goodman, al clarinetista Artie Shaw y Woody Herman. Incluso a Pacho Galán le llamaron el Harry James colombiano, un trompeta famoso de la orquesta de Goodman que después logro conformar una agrupación con su mismo nombre. Y obvio, los arreglos, las secciones estructurales, las improvisaciones, los acentos y mezclas que daban el tono particular de la agrupación provenían de experiencias del mundo jazzístico de la época. En 1939 la Orquesta Sosa fue contratada para una extensa gira por el interior de Colombia que tuvo varios incidentes. Uno de ellos fue la pelea a puños entre Peñaloza y el pianista Meza. Otro ocurrió en pleno barco, navegando de bajada el Magdalena por los lados de Puerto Berrío, falleciendo de un infarto el director Sosa. Este hecho no fue óbice para que la orquesta dejara de usar el nombre de su fundador y así, con esta denominación, siguió un año más dirigida por el contrabajista Guido Perla. En 1934, cuatro años atrás, el costarricense Miguel Ángel Blanco Solís, cónsul de su país en Barranquilla, se vincula de una forma activa a un proyecto radial liderado por F. Rugeles y Andrés Jimeno, originando la Emisora Atlántico que trajo la novedad de convertirse en la primera estación radial del país en trabajar en las frecuencias de ondas corta y larga. El propósito de la compra de la frecuencia radial era de mercadeo masivo pues los hermanos Miguel y Alex Blanco eran propietarios de un laboratorio que necesitaba de un medio de comunicación como plataforma publicitaria. Ya en Cartagena Antonio Fuentes había hecho lo mismo ese año montando la Voz de los Laboratorios Fuentes, que serviría después para el montaje de una orquesta con ese nombre y de una conocida empresa disquera. Estas dos emisoras: Fuentes en Cartagena y Atlántico en Barranquilla tienen coincidencias en su año de fundación y en la actividad comercial de sus propietarios. Era asunto importante que las Emisoras tuvieran su orquesta de planta, pues eran la materia prima de los muy escuchados programas en vivo desde los radioteatros y además, la legislación vigente obligaba a estos medios de comunicación a que contrataran una agrupación musical para suplir esos menesteres. Así que un año después de la muerte del director Sosa los hermanos Blanco le propusieron a Guido Perla y a los integrantes de la agrupación que cambiaran la denominación social de la orquesta, naciendo de está manera en 1939 la Emisora Atlántico Jazz Band. Una parte apreciable de las grabaciones de esta orquesta fueran realizadas en vivo y después enviadas a Argentina donde se imprimieron copias fonográficas con una calidad aceptable. Otras, sobre todo en su última temporada, fueron hechas en los estudios Tropical de la Vía 40 en Barranquilla. El nivel de interpretación de la orquesta Emisora Atlántico estaba signado por el nombre que identificaba el formato de jazz band pues su repertorio en alto porcentaje era de estándares de esa música, y el resto eran boleros, guarachas, pasodobles, sambas y porros. En las empanadas bailables del Hotel El Prado a principios de los años cincuenta iba toda la juventud de la época los domingos en la tarde a degustar un plato jugoso de swing a lo Glenn Miller con esbozos de ‘rocanrol’ montados por la poderosa Emisora Atlántico Jazz Band. Es precisamente en ese hotel donde toca en los carnavales de 1950, la orquesta de jazz del scatman negro norteamericano Cab Calloway con éxito total, propiciando conciertos adicionales en el Estadio Municipal y en el cine Delicias de la calle 72. Para 1939 el personal de Emisora Atlántico Jazz Band estaba constituido por Gilberto Castilla ‘Castillita’, un cantante de guarachas, la vedette cubana Zoraida Marrero, el bolerista Jaime García, en las trompetas Antonio Peñaloza, Pacho Galán y Manuel Cervantes; en el piano Luis Alfonso Meza, Eliécer Benítez en el contrabajo, Mariano Hernández en el saxo tenor, Lucho Vásquez en el saxo alto, Julio Burgos en el saxo barítono y los bateristas Agapito Reales y Rafael Serrano. En la dirección seguía el bajista italiano Guido Perla. El maestro Pacho Galán se encargó de la dirección de la orquesta en 1952 e incluso tuvo una grabación en que participó conjuntamente con Lucho Bermúdez y Matilde Díaz en 1954. Sin embargo, la orquesta languidecía por problemas internos y la fuerte competencia radial. En 1954 la orquesta desaparece y una parte de los músicos pasa a conformar el proyecto radial Emisoras Unidas Jazz Band liderado musicalmente por Pacho Galán y en lo económico por Rafael Roncallo Vilar. Esta agrupación, junto con la de los Hermanos Rodríguez, es la base futura de la orquesta de Pacho Galán. El sonido que hoy en día le atribuimos a las orquestas del Caribe colombiano fue elucubrado parcialmente por estas dos bandas pioneras locales: la Orquesta Sosa y la Emisora Atlántico Jazz Band (y las cartageneras A No. 1, Fuentes y del Caribe). Un sonido intermedio, en que se recogen técnicas de orquestación pero conservando rasgos distintivos de las agrupaciones ‘típicas’ de porro fue posible gracias a estas grandes bandas influenciadas por el jazz. Allí están para confirmarlo Pedro Laza, Rufo Garrido, Clímaco Sarmiento y otros de similar contextura estilística. Sin descartar que algunos protagonistas de memorables solos de estas agrupaciones provenían de músicos de bandas consolidadas de alto nivel y po- seían sólida formación académica. "El sonido que hoy en día le atribuimos a las orquestas del Caribe colombiano fue elucubrado parcialmente por estas dos bandas pioneras locales: la Orquesta Sosa y la Emisora Atlántico Jazz Band" El resto de la sabrosura musical que hoy es historia y baile estaba camuflada hábilmente en el uso estructural de las secciones de vientos, en la armonización, en los arreglos, en la percusión típica integrada como eje fundamental a la sección rítmica de jazz y en las improvisaciones generales de solistas, sobre todo en las trompetas, saxos y bombardino. De esa escuela provienen Joe Arroyo, Juan Piña, Juan Carlos Coronel, Bananas —cuando toca música costeña—, Checo Acosta y todos los grupos y orquestas que interpretan porros, cumbias, fandangos, pajaritos, chalupas, chandes, merecumbé y garabatos.

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